MEMORIAS DE ÁFRICA
CARTA DESDE ÁFRICA
En esta carta quiero hablar sin tabús lo que viví y estoy viviendo en África...
Antes de explicar lo que he pasado estos últimos años, me gustaría presentarme mi nombre es
Karen, Karen Von Blixen- Finecke.
Me encuentro exactamente en Kenia, parte de África Oriental Británica, me mudé ya que me
casé con mi primo segundo Bror Von Blixen-Finecke, y ambos compramos un establecimiento
agrícola en las colinas de Ngong, recuerdo que era una zona que en aquella época estaba
todavía intentando desembarazarse de sus antecedentes como depósito del Ferrocarril del
Uganda Railway.
Habíamos planeado criar ganado lechero, pero posteriormente mi primo Bror cambió de idea y
desarrollamos una plantación de café. La administración agrícola está ejercida por Europeos,
incluyendo uno de mis hermanos, Thomas. Pero la mayoría de la mano de obra era provista por
“squatters”. Ese es el término que en la colonia se utilizaba para designar a las personas de la
tribu local Kikuyu.
Ellos nos ofrecen ciento ochenta días de trabajo a cambio de una compensación monetaria y el
derecho a habilitar y cultivar las tierras que nosotros no explotásemos.
Sinceramente no les voy a mentir, yo no me daba cuenta de la explotación que sufrían estas
personas hasta que caí en razón y vi todo lo que pasaba.
Recuerdo ese día, fue la primera vez que conocía al jefe de la tribu. Yo intentaba hablar con él,
pero el esfuerzo que hacía era
en vano ya que el
analfabetismo que había, y el
idioma, hacía imposible la
comunicación. Normalmente
las mujeres jefas o dueñas de
terrenos, no hablaban con los indígenas, por los derechos de la mujer, la discriminación y el racismo que sufríamos en esa época.
A parte de esas razones los
principios, valores y acciones de los colonos blancos no me permitían hablar con ellos, pero sinceramente era y soy una mujer
de gran coraje que no tiene nada que ver con estos valores...

Y si, la medicina
en esta tribu
estaba muy
atrasada, había
cientos de niños
y de personas
mayores con
cantidades de
heridas y enfermedades
bastante altas,
causadas por las horribles
condiciones en
las que se vivía. En esos momentos empecé a darme cuenta la explotación que podían llegar a sufrir todas las personas de esa pequeña metrópoli.
Volviendo al tema del analfabetismo, pensé que los niños de esa tribu debían aprender cosas,
no podía
permitir que la
guerra, las
armas, y la
victoria de Alemania,
prohibiese de
alguna
manera que
los niños no
aprendiesen,
por lo que
poco a poco, cuando logré
que confiaran
en mí los llevé
a una especie
de casa para que aprendieran mi idioma, la religión, entre otras muchas cosas.
Después de haberos relatado todo esto, ¿no pensáis que vivimos en un mundo en el que
explotamos a las personas?
¿De verdad hace falta ir a un lugar para ver que las personas lo pasan mal?
Pues sí ya que nadie piensa en esas personas, sencillamente porque pensamos que son trabajadores y ya esta, no pensamos que pueden llegar a tener sentimientos, pensamientos, dolores...
De verdad el estar aquí me está haciendo reflexionar bastante, y sé que esto no se va a arreglar, seguiremos así por mucho tiempo...
Un saludo muy grande a esas personas que leerán mi pequeña carta, de verdad me hace muy feliz.
¿De verdad hace falta ir a un lugar para ver que las personas lo pasan mal?
Pues sí ya que nadie piensa en esas personas, sencillamente porque pensamos que son trabajadores y ya esta, no pensamos que pueden llegar a tener sentimientos, pensamientos, dolores...
De verdad el estar aquí me está haciendo reflexionar bastante, y sé que esto no se va a arreglar, seguiremos así por mucho tiempo...
Un saludo muy grande a esas personas que leerán mi pequeña carta, de verdad me hace muy feliz.
Hasta más ver... Karem
Ariadna González Molina 4º ESO D
Hola, Ariadna. La carta, sencilla, clara y bien editada, se ajusta bien a lo pretendido. Los términos (en amarillo) se incorporan correctamente y la contextualización es buena. Has incluido las imágenes pero no las has comentado y es un elemento de evaluación importante. Calificación: 8
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